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lunes, 1 de noviembre de 2010

La Revolución Francesa: Antecedentes y desarrollo del conflicto

La Libertad Guiando al Pueblo. Eugene Delacroix
1.    EL CONTEXTO HISTÓRICO
                Francia era en el siglo XVIII el país más poblado y la nación más homogénea de la Europa Occidental. La Burguesía,  culta y rica, adquiere conciencia de clase y aspira a conquistar el poder, desplazando a la nobleza y compartiéndolo con el Rey. Ella se conformará con la monarquía constitucional, la igualdad ante la ley, las libertades individuales y públicas, el sufragio censitario y la libertad económica.
                Pero el torrente revolucionario se hará luego incontenible. Tan pronto estalle la guerra contra Europa, la alta burguesía será a su vez desplazada por la pequeña burguesía y las clases populares, que aspiraban a reformas más profundas en lo social y en lo económico.
                La Revolución Francesa es uno de los grandes acontecimientos de la historia de la humanidad, porque destruyó el sistema político, social y económico existente hasta el siglo XVIII, reemplazándolo por un nuevo régimen  que en sus líneas generales subsiste hasta hoy n la mayor parte de los países de Occidente: el Estado liberal y democrático.
                La revolución se desarrolló en un lapso de diez años, entre 1789 y 1799; pero la influencia de su ejemplo, de sus realizaciones y de sus ideas se ejerció a través de todo el siglo XIX y principios del XX. Paralela a ella y hasta nuestros días, siguió su curso la revolución industrial, iniciada en Inglaterra hacia 1760.

2.    CAUSAS DE LA REVOLUCIÓN
                Las causas de la Revolución fluyen naturalmente del Antiguo Régimen y de la ideología de la Ilustración, combinadas con el ascenso y poder económico de la burguesía.

2.1   CAUSAS POLÍTICAS
                La principal causa política fue el absolutismo de los Borbones, el cual, aunque muy atenuado bajo los reinados de los débiles e indiferentes Luis XV y Luis XVI, se había hecho incompatible con el siglo de la Ilustración y de la Monarquía liberal de Inglaterra. Existía una aspiración general hacia la libertad bajo todas sus formas.
                Otra de las causas políticas fue la arbitrariedad de la organización del Estado, el cual carecía de unidad administrativa y jurídica, de un sistema adecuado de cobro de los impuestos y de toda organización financiera, mientras mantenía la desigualdad ante la ley y ante el impuesto.

2.2   CAUSAS ECONÓMICAS
                Contrariamente a lo que pudiera creerse, la Revolución no fue fruto del descontento de las masas populares, formadas principalmente por campesinos. Los campesinos habían mejorado considerablemente si situación durante el siglo XVIII, no obstante hallarse todavía sometidos a derechos feudales. Grandes sectores del campesinado habían adquirido ya la propiedad de las tierras que trabajaban.
                La clase más descontenta era la burguesía, que había adquirido conciencia de su fuerza y aspiraba, por eso mismo, a tomar participación en el gobierno. Desde hacía dos siglos, esta clase venía enriqueciéndose en el comercio y en la banca, y disfrutando a la vez de la protección económica que le proporcionaba la política mercantilista de los gobiernos. Pero ahora, en vísperas de la Revolución ya no se conformaba con eso y aspiraba a romper las trabas del mercantilismo para seguir por e camino del liberalismo económico, que estaba más de acuerdo con las nuevas condiciones de la economía. Esta nueva política le permitiría enriquecerse aún más y controlar al Estado.
                La situación se le presentaba favorable, pues mientras reinaba en Francia una prosperidad general, el Estado se hallaba sumido en agudos apuros financieros, endeudado con la propia burguesía, de la cual los reyes venían obteniendo empréstitos  que ya no podían cancelar. Le era preciso, pues, tomar las riendas del poder a fin de salvar sus capitales de una inminente banca rota o quiebra fiscal que la hubiese arruinado.
                Pero lo más grave fue que la Guerra de América terminó de arruinar las  finanzas del Estado francés. Para financiar los ingentes gastos que ella originó, los gobernantes no hallaron otra solución que contratar nuevos empréstitos, pues, como ya sabemos, las clases privilegiadas se negaban a pagar impuestos.
                Todo lo anterior explica que haya sido la burguesía la verdadera autora de la Revolución. Las masas campesinas, los trabajadores de las ciudades y hasta el bajo clero, no hicieron otra cosa que seguirla.
               
2.3   CAUSAS INTELECTUALES
                Toda verdadera revolución necesita apoyarse en un conjunto de ideas que le sirvan de programa de acción y de perspectiva del nuevo orden a que aspira. Tales elementos los proporcionó la ideología de la Ilustración, como los había proporcionado ya a los revolucionarios norteamericanos.
2.3.1          LA IDEA LIBERAL
                El liberalismo, que tanto se interesa por los derechos del individuo, partió del inglés Locke y tuvo en Francia por exponentes a Voltaire y a Montesquieu.
                Como contrapartida de este liberalismo político, se presenta el liberalismo económico de los fisiócratas y de Adam Smith, en el cual la burguesía se apoyará para destruir las barreras del sistema mercantilista, que entrababa las iniciativas individuales en el campo de los negocios.
2.3.2          LA IDEA DEMOCRÁTICA
                El concepto de la igualdad natural de los hombres, de la oposición a los privilegios y de la soberanía del pueblo hallaron su mejor exponente en Rousseau¸ partidario decidido de la supremacía de las mayorías.
                Por lo demás, los escritores de la Ilustración no provocaron la Revolución, sino que interpretaron el sentimiento público al hacer la crítica del Antiguo Régimen y proponer reformas.

2.4   CAUSAS EXTERIORES
                Diversos sucesos ocurridos fuera de Francia no pudieron menos que servir de ejemplo o de estímulo al movimiento revolucionario. Entre ellos se cuentan la política reformista del Despotismo Ilustrado y la Independencia de Estados Unidos.
                Muchos de los militares y nobles franceses que lucharon por la libertad de ese país, regresaron a Francia imbuidos en los principios de los derechos del Hombre y participaron después en forma activa en la primera etapa de la Revolución, entre ellos el marqués de La Fayette.

3.    DESARROLLO DEL CONFLICTO
3.1   LUIS XVI Y MARÍA ANTONIETA
                El sucesor de Luis XV, su nieto Luis XVI, era un príncipe de inteligencia mediocre y completamente falto de carácter. Gordo, pesado y robusto sólo sentía inclinación por la caza y por los trabajos de cerrajería. Poseía, en cambio, varias virtudes privadas, pues era bondadoso, honrado, buen esposo y excelente padre de familia.
                Su debilidad de carácter lo dejaba a merced de toda clase de influencias, a veces las más contradictorias, lo que impidió realizar las reformas que la opinión anhelaba.
                Su esposa, María Antonieta de Austria, hija de la emperatriz María Teresa y hermana de José II, era, en cambio, una hermosa mujer, de carácter alegre, honesta y atrayente, pero a su vez frívola, prodiga y dispuesta siempre a rodearse de un círculo de nobles que se oponían a toda reforma.

3.2   LOS COMIENZOS DE LA CRISIS
                Al principio de su reinado, Luis XVI demostró su buen espíritu para salvar la situación de crisis financiera en que se hallaba el Estado. Despidió a algunos miembros que ante la dificultad financiera no veían otra situación que declarar la banca rota, a fin de no pagar las deudas del Estado, y los reemplazó por hombres de verdadero mérito, el más notable fue Turgot, sabio economista, honrado y enérgico, que propuso no recurrir a los expedientes habituales.
                Quería poner término de una vez a los males que aquejaban a la Francia, realizando tres medidas de verdadera eficiencia: economía en los gastos públicos, libertad de trabajo, comercio e industrias y supresión de los privilegios. Más la violenta oposición de la reina y de los privilegiados lo derribó del poder, a pesar de que Luis XI decía “sólo M. Trugot y yo amamos al pueblo”

4.    LOS ESTADOS GENERALES

4.1 LOS PRIVILEGIADOS PROVOCAN LA REVOLUCIÓN AL EXIGIR LA CONVOCATORIA DE LOS ESTADOS GENERALES
                Después de la caída de otros dos ministros, Necker y Calonne, que en vano habían propuesto reformas, Luis XVI convocó a una Asamblea de notables, formada por los privilegiados, a fin de proponerles contribuyeran al pago de impuestos.
                Pero los privilegiados, para impedir tal cosa, negaron a la Corona la facultad de variar los tributos y reclamaron el derecho de la nación a votar sus impuestos. Es decir, viendo en difícil situación al poder real, trataron de limitarlo, y para ello, exigieron la convocación de los Estados Generales.
                En los Estados Generales esperaban los privilegiados hallar el medio de establecer una nueva organización del Estado, que limitaría el poder real y les devolvería a ellos el gobierno del país. Pero este régimen con el que soñaba la nobleza no respondía ya al estado social de Francia a fines del siglo XVIII, pues la clase que ahora dominaba la vida económica y la actividad intelectual del país era la burguesía.
                Luego, los primeros autores de la Revolución fueron los privilegiados. Ellos la provocaron al exigir la convocación de los Estados Generales. La burguesía, que no tenía ningún medio para obligar al rey a convocarlos, se limitó a aplaudir, en espera de recoger los frutos de tal medida.
                El gobierno cedió a la exigencia de los nobles, porque carecía de dinero y porque aquellos dominaban en el ejército, en las intendencias y en los parlamentos de justicia.

4.2 LA BURGUESÍA TRASFORMA LOS ESTADOS GENERALES EN BENEFICIO PROPIO
                De nuevo ministro, Necker hizo decidir que el Estado Llano tendría en los Estados Generales tantos diputados como la nobleza y el clero juntos, en razón de representar él la masa de la nación. En su mayoría, los diputados del Estado Llano pertenecían a la burguesía, salvo unos pocos nobles y sacerdotes excluidos por sus respectivas clases, como el conde de Mirabeau y el abate Sieyés, este último autor de un panfleto famoso.
                La burguesía tenía, pues, la mayoría. No obstante esto, sus pretensiones fueron moderadas, como lo demuestran los cuadernos o peticiones. En ellos se pedía la monarquía constitucional, la supresión de los privilegios, la libertad económica, la libertad religiosa y de prensa, la igualdad ante la ley, la unificación legislativa, aspiraciones a las cuales subscribía también una parte del clero y de la nobleza.
                Pero el grueso de los privilegiados, atemorizado ante estas pretensiones, se unió a la corte e hizo resistencia a las reformas propuestas. El Rey, por su parte, se dejo dominar por el círculo de la reina, y en vez de acceder a lo que se pedía, se decidió a mantener el absolutismo.
                Dentro de la misma asamblea estallo en seguida el conflicto. Las dos órdenes privilegiadas sostenían que las votaciones debían hacerse por orden, lo que les habría dado siempre la mayoría de 2 contra 1. El Estado Llano, el doble más numeroso, abogaba por el voto por cabeza, lo que significaba para él triunfar por 584 contra 561. Como no se llegaba a acuerdo, los diputados de la burguesía se separaron de sus colegas y se constituyeron por sí y ante una Asamblea Constituyente, jurando en la sala del juego de pelota no separarse mientras no hubiesen dado a Francia una Constitución y realizado las reformas contempladas en los cuadernos. Este fue el primer acto revolucionario (23 de junio de 1789)
                Después de algunas vacilaciones, Luis XVI reconoció los hechos consumados y ordenó las otras dos órdenes incorporarse a la Asamblea. Con ello terminaba el absolutismo, sin violencias ni derramamiento de sangre.



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