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sábado, 20 de noviembre de 2010

La Coexistencia Pacífica (1953-1973) Analizando el Bloque Socialista

1.        El Surgimiento y Consolidación del Bloque Socialista (1949-1968)

                José Stalin gobernó en la URSS desde la muerte de Lenin hasta la suya propia (1923-1953). Durante esos treinta años, la Unión Soviética pasó de ser una potencia de segundo orden a una superpotencia industrial y militar de primer orden. El fin de la Guerra de Corea coincidió con la muerte de Stalin (1953) y el advenimiento de Nikita Kruschev en la URSS, como secretario general del PCUS (Partido comunista Soviético)
                Kruschev intentó liquidar las peores secuelas del Stalinismo, favoreciendo la democracia interna del partido y desmantelando el Estado Policial, dominado por la KGB.
                Pero la principal resistencia a las reformas provino de la propia dirigencia comunista. Por ello, en el marco del XX Congreso del PCUS, Kruschev dio a conocer un informe secreto sobre las violaciones cometidas por Stalin durante su periodo. Comenzaron a salir a la luz las purgas de los años veinte y treinta.
                La estrategia de Kruschev era la de destinar la mayor parte de los recursos y de la inteligencia soviética, no al enfrentamiento militar directo, sino al desarrollo de la capacidad tecnológica y física, como forma de demostrar al mundo la superioridad del socialismo sobre el capitalismo.
                Pero en la economía, el sistema soviético requería urgentes adecuaciones. Bajo Stalin, los interventores de las empresas estatales se había acostumbrado a adulterar los informes de avance acerca del estado de las numerosas empresas públicas, a fin de evitar las sanciones del mandamás. El propio Stalin había ordenado una nueva forma de computar los costos de producción, diferente de la que se presumía era la contabilidad occidental. El primer informe elaborado por Kruschev, bajo métodos occidentales, demostró que el Estado tenía un enorme hoyo financiero y que era urgente una modificación.
                El resultado inmediato de las reformas económicas impulsadas por Kruschev se tradujo en cinco buenos años (1953-1958), para la producción cerealera, la industria de la construcción de viviendas y las manufacturas. La industria creció a razón del 9% anual, durante los años cincuenta (el mayor crecimiento a escala mundial) y a tasas del 6% durante los años sesenta.
                Pero donde la URSS descolló por sobre su adversario global, única forma de medir el éxito para los soviéticos, fue en el campo de la tecnología espacial. El lanzamiento del primer satélite artificial (Sputnik I), tuvo un efecto propagandístico poderoso: le enviaba a EE.UU el mensaje de que poseía la tecnología para evitar bombas teledirigidas, con lo que inauguró la carrera armamentista, íntimamente ligada a la carrera espacial.
                Sin embargo, pronto se hizo sentir el hambre de uno de los mayores poderes, postergado por las reformas económicas. El Ejército Rojo (más de treinta millones de soldados en 1960) constituía una pesada carga para la economía estatal soviética, y al mismo tiempo, había sido el lugar de destino y de realización de los productos de la industria pesada durante la era estalinista. Ahora, los mariscales soviéticos comenzaron a presionar al Politburó (órgano de decisión dentro del PCUS) y al Presidium (órgano de resolución dentro del Estado), para que comenzara a fluir mayores inversiones a ese sector.

                Según los generales soviéticos, el tablero de ajedrez mundial se estaba ladeando hacia el capitalismo, pese a que los norteamericanos, en ese mismo momento, pensaban todo lo contrario. Esta sensación de pavor ante los avances del adversario fue lo que alimentó y consolidó la costosa carrera armamentista en ambos lados de la balanza mundial. Y la Unión Soviética fue la pagó más caro el mantener al día su industria militar.


2.        El Comunismo Internacional: la consolidación del bloque eurocomunista (1953-1958)

                La influencia de la Unión Soviética en los territorios extranacionales estaba sometida a un costoso régimen militar. Las tropas soviéticas debían custodiar todo el frente europeo, denominado la “Cortina de Hierro”.
                 Tras la muerte de Stalin comenzaron a hacerse sentir las primeras manifestaciones disidentes dentro de la Europa sometida a la URSS, sobre todo en la RDA y Checoslovaquia, donde sendos levantamientos populares fueron sofocados por las tropas soviéticas. En ambos casos, los levantamientos habían revocado a las autoridades estalinistas, pero Moscú presionó, a través de sus tanques, para que las reformas no fueran más allá.
                No fueron esos los únicos intentos de disidencia. Cuando Kruschev visitó al general Tito  en Belgrado y luego accedió a ciertas demandas de liberalización política y económica en Polonia, los demás países interpretaron esas medidas como señal de debilidad de parte de Moscú. En octubre de 1956 se inicio en Budapest (Hungría) un movimiento Nacional Comunista que derivó en una multitudinaria concentración estudiantil que, tras derribar una estatua de Stalin, se dedicó a controlar la capital. Envalentonados por la pasividad soviética, los rebeldes comenzaron a plantear elecciones libres y la desafiliación del Pacto de Varsovia. Ante esta amenaza, las tropas soviéticas invadieron el país y colocaron al mando a Janos Kádar , del Partido Comunista Húngaro, quien había aceptado públicamente la imposición de los límites de las reformas.

                Kruschev murió en 1963 y lo sucedió Leonid Brezhnev, partidario de un comunismo ortodoxo, es decir, más cerrado y con menos posibilidades de reformas. Tras la muerte de Kruschev, se llevó a cabo el acontecimiento más importante de los movimientos reformistas de la Europa Occidental: la Primavera de Praga de Checoslovaquia. Durante el gobierno de Alexander Dubcek, que poco antes había sido nombrado Secretario General del Partido Comunista de ese país, se inició un periodo de reformas destinadas a liberalizar la economía y la política nacional, y a aproximarse a las democracias occidentales, en una política que había sido precedida y acompañada por un movimiento popular e intelectual que planteaba un renacimiento cultural. Sin embargo, Moscú se sintió nuevamente amenazado y aplastó mediante las armas el alzamiento de Praga. Con la represión de la Primavera de Praga terminó el movimiento reformista dentro del comunismo, y se consolidó el principio de la subordinación de Europa Oriental a los designios de la URSS, donde tiempo atrás también habían terminado el impulso reformista impulsado por Kruschev. Desde 1965, para la URSS y desde 1968, para Europa Oriental, comenzaría una larga decadencia del comunismo mundial.

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